020218_DIPF_CANDE_Columna-de-opinion_TW

Siempreviva: Seguridad de las mujeres en contextos urbanos

La violencia contra las mujeres no es natural, en esto hemos insistido desde hace casi treinta años. Es un problema sociocultural y como tal debemos impulsar acciones para prevenir y erradicar desde los gobiernos locales. También hemos insistido en que la seguridad ciudadana debe incluir dos perspectivas: enfoque social y perspectiva de género, por ello, ONU Mujeres ha retomado muchos de los estudios -y también los ha realizado- que retoman estas dos perspectivas. Es de destacar que las políticas y los programas de seguridad, deben responder a las necesidades de género, es decir, deben tener en cuenta los factores para que las mujeres y niñas se sientan seguras en sus comunidades, así como, quiénes son las y los perpetradores de la violencia.

La sensación de inseguridad en las ciudades y comunidades, no deriva únicamente del crimen y la violencia, sino de una combinación de factores que incluyen temas sociales, económicos, culturales y domésticos, como la pobreza, el desempleo, la violencia urbana, la actividad delictiva, la desigualdad entre hombres y mujeres, el racismo, la xenofobia y la trata, entre otros.

De tal manera que todo este conjunto, hace que la violencia de género, no sólo no disminuya, sino se incremente. Incluir la perspectiva de los derechos humanos y de género y el derecho a la ciudad, se convierte en una necesidad urgente, en particular, el derecho a los espacios públicos, que garanticen la libertad de las mujeres en ellos. El acoso en la vía pública es una vivencia que desde niñas la padecemos. Y la padecemos porque se ha naturalizado que nos suceda eso todos los días, por ello, desde que somos chicas iniciamos a vivir con miedo, e incluso, algunas viven temerosas de los hombres. Y me pregunto ¿En qué momento les perdemos el miedo y la vergüenza? porque después nos piden que nos enamoremos de ellos y hasta llegamos a vivir con ellos y procrear hijos. Esos hombres que quizá acosaron a mujeres en sus propios hogares o en los espacios públicos, pueden ser extraños para unas y conocidos para otras.

Requerimos, reconocer y reconocernos como sujetas de derechos, con la capacidad de agencia para parar la violencia, para que el acoso no genere el efecto simbólico de alimentar la masculinidad hegemónica y los hechos violentos. Pero la capacidad de agencia también está presente para hacernos actuar y hacer elecciones propias de modo libre.

La educación deberá modificar patrones culturales que prefiguran la aceptación e incluso, la sumisión de las mujeres. Por lo que deberemos empezar a construir en el sistema educativo, familiar y social, fuentes que subviertan dichos principios.  Por ello, es necesario marcar una ruta desde los gobiernos locales para que los espacios urbanos sean vivibles de manera segura para las mujeres y las niñas, la utilización de las calles y de los espacios públicos, en el imaginario colectivo y en el diseño de la ciudad, deben integrar la perspectiva de género en materia de seguridad.

 

Columna de opinión por Ma. Candelaria Ochoa Ávalos
Publicado originalmente en MX Político